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Henolaje de alfafa: buenas prácticas para la conservación

La alfafa, como forraje, es de enorme valor en la alimentación del ganado. Es fuente de proteína y de fibra. Sin embargo, su calidad puede verse afectada si no se realizan buenas prácticas de almacenamiento. En esta nota, desde FoodCo, queremos contarte algunos acuerdos a los que llegaron los principales expertos en el tema respecto a la mejor forma de conservar la alfalfa.

La henificación de la alfalfa inicia con el corte de la planta, luego el rastrillado y finaliza con el acondicionamiento. Aquí es posible optar por el  rollo o megafardo. Cada etapa implica ciertos recaudos para evitar alterar la calidad del producto final. 

 


El henolaje de alfalfa es un método de conservación que consiste en cortar el forraje realizando un oreado para alcanzar un porcentaje de humedad  entre el 45% y el 55%.

Corte

En el momento del corte, será decisivo el estado de madurez de la planta. En general, se clasifica en estado vegetativo, botón floral, floración y semillazón. Se recomienda hacerlo cuando la planta está en el botón floral para lograr una buena proporción de materia seca digestible.

En el corte pre oreado, las segadoras provistas de acondicionadores se consideran la herramienta adecuada, ya que hay un menor repicado de hoja y el quebrado que se produce en los tallos, a partir de los rodillos, mejora la calidad del forraje, por la pérdida de agua.

Picado 

Respecto al picado, el objetivo debe ser lograr la uniformidad, que facilita la compactación y preparación para el embolsado.

Algunas claves a tener en cuenta: 

  • En cuanto al tamaño, lo que se debe tener en cuenta es cuál será su uso.  Si es para pastura, el tamaño sugerido es de 15 mm; en cambio, si es para convertirse en fuente de fibra, se recomienda que el largo supere los 20 mm.
  • En muchos casos, se recomienda el picado de la pastura por la noche, de tal modo que la hoja recupere su humedad con el rocío. De esta manera, se cuida mejor su calidad, preservando la hoja que queda en estado de fragilidad cuando se seca.
  • A su vez, el volumen de la andana influye en la homogeneidad del picado. Para que el corte sea parejo, los rodillos deben poder trabajar con una buena cantidad de forraje. Si la andana no es voluminosa, el rodillo deja escapar material, no ejerce presión suficiente y al pasar la cuchilla, se desgarra el material. El resultado es un henolaje con variaciones en el picado. Por eso, se recomienda empezar con aquellos lotes que tienen abundante pastura. También los rastrillos giroscópicos resultan útiles porque permiten hilerar el forraje  y evitar la contaminación con tierra.  

Embolsado y almacenamiento

Una vez que se cumplieron las etapas anteriores, se realiza el embolsado o empaquetado para favorecer las condiciones de anaerobiosis y generar la fermentación láctica que permita una óptima conservación. 

Aquí hay que tener en cuenta una serie de recomendaciones.

  • Se recomienda identificar el porcentaje de humedad al confeccionar el henolaje de alfalfa. 
  • El atado del forraje también influencia su calidad. En este sentido, se recomienda hacerlo con una red de nylon, al evitar que quede expuesta a la intemperie.
  • Al confeccionar el henolaje, verificar que no ingrese tierra con el material. Las máquinas de gran ancho de labor y el trabajo con pasturas de buen volumen facilitan que eso no suceda.
  • En el embolsado, se recomienda trabajar sobre una superficie adecuada para evitar zonas "flojas" o vacías y zonas sobrecargadas, en donde se ejerce presión. Cuando esto sucede, las condiciones de  anaerobiosis resultan afectadas. Para evitarlo, controlar el llenado del túnel de compactación y el estiramiento en la regla graduada.
  • El almacenamiento resulta decisivo ya que requerirá menos esfuerzos o suplementos adicionales para lograr la correcta nutrición de los animales. Es decir, forraje de calidad equivale a no tener que complementar con granos de maíz u otros. 
 
Fuente: Inta Manfredi y Engormix